Eutanasia: cuando la vida imita al arte

  •  Eduardo Laso
  •  30 / 12 / 2010
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La condena a cadena perpetua para Frances Inglis, la mujer británica que dio muerte a su hijo de 22 años, quien permanecía en estado vegetativo, reabrió la polémica sobre la penalización de la eutanasia. Ante el tribunal que la condenó, la mujer argumentó que actuó "por amor y compasión" hacia su hijo, postrado luego de sufrir una lesión cerebral irreversible. Y si bien su familia la apoya en su decisión, para la justicia se trató de un asesinato sin atenuantes. El film “Hace tanto que te quiero” (Philippe Claudel, 2008) anticipó el tema, proponiendo una mirada singular sobre el caso de una madre enfrentada a la difícil decisión de terminar con la vida de su hijo, quien sufría de una enfermedad dolorosa y terminal. El film tenía la virtud de llevarnos sutilmente hacia los efectos de esa acción, sus consecuencias familiares y sociales, y el lento pasaje de la culpa a la responsabilidad subjetiva.

Casi como una ironía en la que la vida imita al arte, el caso británico instala nuevamente la discusión, resultando un buen punto de partida para pensar el conflicto que puede haber, en relación al acto ético, entre las coordenadas de lo particular y el eje Universal-Singular. Reproducimos a continuación el comentario de Eduardo Laso sobre el film, el cual ofrece claves para pensar conceptualmente un problema acuciante de nuestros tiempos. Ver:




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